Inteligencia artificial y abogados: ¿Quién dijo miedo?

La capacidad que tiene la inteligencia artificial (IA) para asombrarnos es impresionante. Nuevas noticias sobre creaciones realizadas por IA, robots, o anuncios futuristas nos dejan con la boca abierta a diario. Sin embargo, según un estudio de 2023 de NTT Data en colaboración con el MIT, el 79% de las empresas de América Latina ya están involucrando diferentes proyectos de IA -ojo, cabe matizar que en diferentes niveles de profundidad-. Es un tema fascinante, y que ya ha dejado de ser ciencia ficción para meterse en nuestro cotidiano.

No obstante, es un tema que genera infinidad de preguntas. Y es que, si bien, los desarrollos aplicados al sector de la salud, en materia de predicción de desastres, o en todas aquellas herramientas que nos ahorran tiempo en el día a día, por ejemplo, son muy esperanzadoras, hay otras noticias que parecieran ser sacadas de una película de terror -desde el uso de la IA aplicada a la industria del armamento o el potencial de destrucción de empleo-. ¿Nos encontraríamos ad-portas de un futuro oscuro en el que la IA puede reemplazarnos y destruirnos? ¿Cómo se cuece todo esto en el mundo jurídico?

La mayoría de los eventos sobre tecnología y derecho a los que he asistido en el último año hilan una narrativa común: sí, la inteligencia artificial puede hacer mucho en materia de automatización, pero la capacidad de gestionar emociones o desarrollar empatía, que es lo que nos hace humanos en gran medida, y que en muchas ramas del derecho son clave, no.

Un par de anécdotas me parecieron especialmente interesantes. En una, un reconocido periodista le pidió a ChatGPT que redactara un poema con ciertas características formales y sobre un tema en particular. ChatGPT lo redactó perfecto desde una perspectiva técnica. Sin embargo, la frialdad del poema era tan evidente como triste.

Asimismo, en otra conferencia, un reconocido socio de una firma de abogados contó su experiencia con una demanda que redactó ChatGPT. Redacción perfecta, argumentación lógica y buen enfoque. Sin embargo, al revisar las leyes a las que hacía referencia, uno de los asociados se dio cuenta de que ¡estas no existían! Fueron invención de la herramienta.

“Alucinaciones” de la IA las llaman. Riesgos para los negocios e irresponsabilidad profesional es otra forma de verlo. ¿Inmadurez tecnológica, también? Además, todo esto sin tener en cuenta el riesgo de compartir información confidencial de clientes y procesos en internet.

Sin embargo, en esta misma conferencia, uno de los conferencistas invitados, un  experto en temas de inteligencia artificial de una empresa de consultoría tecnológica global, lanzó un par de advertencias de manera brutal: después de una serie de diapositivas llenas de algoritmos y mapas de datos concluía que, si bien es verdad que hoy en día aún existe un riesgo de imprecisión alto y que dejar en manos de la IA un trabajo jurídico es peligroso, en aproximadamente tres años, una gran parte del trabajo básico que se hace en firmas de abogado podría ser reemplazado, de alguna manera, por la IA. Este mismo personaje hablaba de una democratización del acceso a contratos básicos y a trámites sencillos sin necesidad de recurrir a asesores legal. La IA avanza rápido.

De hecho, en el marco del concurso “Legal Strategy Lab” organizado por el Observatorio de Nuevas Tecnologías y Derecho Privado del Departamento Derecho Civil y del Departamento Derecho de los Negocios de la Universidad Externado de Colombia, varios de los expertos allí presentes confían también en que los nuevos desarrollos podrán hacer mucho más de lo que imaginamos en estos momentos, en muy poco tiempo. Sin embargo, esto no tiene por qué ser una mala noticia y, en cualquier caso, no tiene sentido luchar con algo que está aquí para quedarse. ¿Y si, más bien, integramos todo esto a nuestros procesos para hacerlos más eficientes?

En este sentido, las grandes firmas de abogados del planeta están desarrollando sus propias herramientas en una carrera para no quedarse atrás. Pero el reto, más allá del desarrollo tecnológico, será el de un cambio cultural en materia de adopción de estas tecnologías por parte de todos los abogados y profesionales como una parte natural del proceso de asesoría. Se trata de un proceso que requiere de liderazgo y tiempo. Sin embargo, el tiempo, la competencia directa y los nuevos modelos de negocio legaltech, además del mercado y los clientes, corren muy rápido.

Al final, como es el caso de muchas tendencias, es a nosotros de decidir si las vemos como amenazas o como oportunidades. No podemos hacer nada para detener el tren tecnológico, así que lo mejor es adaptarnos y gestionarlo a nuestro favor. En vez de ver el riesgo de reemplazo o perdida de trabajo ¿por qué no ver en todo esto la oportunidad para concentrarse en las tareas de mayor valor agregado y que, finalmente, nos recuerdan que las capacidades que nos hacen humanos son realmente impresionantes y verdaderamente únicas?.

Septiembre 2, 2024